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ECONOMIA SOCIAL INTEGRADA AL SISTEMA ECONOMICO 1200

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LA ECONOMÍA SOCIAL INTEGRADA A TODO EL SISTEMA ECONÓMICO

El CP Mario Elgue nos sorprende con la solvencia con que nombra a los diferentes tipos de Economía que subyacen en el sustrato social en nuestro país y en el mundo. Los nombres son arquetipos de las cosas. Ya lo dijo Borges, en su poema que habla del nombre de la rosa.

“Si como afirma el griego en el Cratilo,
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de ‘rosa’ está la rosa
y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.

CP Mario Elgue, de prestigiosa trayectoria en la Economía Social

“Consideramos al Tercer Sector desde una concepción abarcativa -procurando superar la óptica restrictiva anglosajona, que excluye a las cooperativas-. Incluimos en el Tercer Sector a las asociaciones sin fines de lucro y a las empresas de la Economía Social: a las Cooperativas, las Mutuales y a las Obras Sociales.
También -si bien no son estrictamente de la Economía Social- sumamos aquí a los Consorcios Intermunicipales y las Asociaciones Microregionales, a las redes de Mircroempresas y las A.C.E.s, en tanto agrupamientos que no tienen como objetivo central la búsqueda de lucro y que -más allá de las formalidades jurídicas- ponen en práctica un asociativismo participativo”.

Sentido policlasista

“Aunque todo tipo de economía tiene su correlato social y todo lo social tiene un sustento económico, al referirnos aquí a la Economía Social debemos convenir -compartiendo la caracterización más extendida en el mundo- que hacemos alusión a este conjunto de actividades asociativas con las siguientes características: la organización o empresa tiene por finalidad servir a sus asociados y a su comunidad; tiene autonomía de gestión; integra en sus Estatutos y en sus formas de hacer un proceso de decisión democrático; defiende la primacía de las personas y del trabajo sobre el capital en el reparto de sus excedentes; cuando ello corresponde; funda sus actividades en la participación, en la responsabilidad individual y colectiva.
No le damos a la Economía Social un acotado sentido clasista, considerando como tal a aquella actividad de reciprocidad de la clase trabajadora o de los movimientos sociales más vulnerables. Para nosotros, la Economía Social tiene un sentido policlasista, integrando a los trabajadores y a las capas más postergadas, pero también a las diversas franjas de las clases medias y de los pequeños y medianos empresarios que -como en las cooperativas agroalimentarias- se organizan bajo sus Valores y Principios.
Por ello, según nuestro punto de vista, la Economía Social no incluye exclusivamente a las actividades de subsistencia, -generalmente informales-, que canalizan parte de su producción en la venta domiciliaria y en ferias alternativas. Aunque las computamos dentro de la nueva economía social, preferimos denominarla de Economía Popular. Y apostamos a que pueda crecer y que logren regularizarse e ingresar a los mercados formales, para conquistar un posicionamiento más digno; para evitar que se congele como una actividad de pobres para pobres”.
mos al Tercer Sector desde una concepción abarcativa -procurando superar la óptica restrictiva anglosajona, que excluye a las cooperativas-. Incluimos en el Tercer Sector a las asociaciones sin fines de lucro y a las empresas de la Economía Social: a las Cooperativas, las Mutuales y a las Obras Sociales.
También -si bien no son estrictamente de la Economía Social- sumamos aquí a los Consorcios Intermunicipales y las Asociaciones Microregionales, a las redes de Mircroempresas y las A.C.E.s, en tanto agrupamientos que no tienen como objetivo central la búsqueda de lucro y que -más allá de las formalidades jurídicas- ponen en práctica un asociativismo participativo”.

La Economía Social como Subsistema

“En esta época de interconexión en tiempo real, cuando aludimos a la Economía Capitalista, a la Economía Pública o a la Economía Social, no sostenemos la existencia de varias economías desconectadas, sino que cada una de ellas coexisten dentro del mismo proceso económico global, aunque con distintas lógicas de producción, de manejos del poder de decisión y de distribución de excedentes.
Y aseveramos ello, en contraposición a cierto anti-mercadismo o anti-empresarialidad, que equipara erróneamente al mercado con el Capitalismo Liberal y, consecuentemente, a cierta desvalorización ética de las empresas de la Economía Social que actúan en el mercado formal.
En esta forma de ver, en nuestros países se suelen enunciar discursos anticapitalistas que sólo admiten a la Economía Social confrontando con el Capitalismo Global, con un grado de abstracción tal que los hace coincidir objetivamente con los poderes concentrados, a los cuales no les interesa favorecer un capitalismo integrado y diversificado.
Por otro lado, en este cambio de época, ya es evidente que no existe una única variante capitalista: no es lo mismo un capitalismo financiero que otro que pone el acento en lo productivo; no tiene las mismas características un capitalismo autocentrado y anclado en su país que un capitalismo transnacional, con base de acumulación en sus países de origen y en sus casas matrices de los centros del poder global.
Para nosotros, aunque tal vez no constituyan un sistema o un modelo alternativo al capitalismo sino más bien un subsistema, las organizaciones de la Economía Social renuevan las prácticas socio-económicas, desde una acción democratizadora de la economía y de la sociedad.
En nuestra lectura, no le asignamos a las organizaciones de la Economía Social el objetivo de enfrentarse con el capitalismo. O, en todo caso, pueden existir tensiones con buena parte de las iniciativas del capitalismo de hegemonía financiera -poco regulado y/o desregulado- que hoy han demostrado también sus debilidades y su dudosa sustentabilidad”.

La Economía Social puede coexistir en diversos sistemas y regímenes

“Su institucionalidad, oscila en función de los escenarios y de los proyectos que cada país pone en marcha: en el cauce de una Economía Neoliberal, a la Economía Social se le suele reservar el rol de simple paliativo”.

Colofón

Concluye nuestro columnista:
“Ante un intervencionismo público de corte neo-keynesiano, la Economía Social puede ser una herramienta para dar el salto de la asistencia pasiva tradicional -la concepción “bancaria” de Freire- a la promoción activa y, si se trata de un cambio profundo, transformador, centrado en la preeminencia de los más desprotegidos, en la producción y en el trabajo genuinos, la Economía Social podría ser un ingrediente diferenciador de la interacción entre lo económico, lo social y la democracia participativa, en el marco de una economía mixta o plural.”

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