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LA AGROECOLOGIA DESDE EL ESPEJO COOPERATIVO

La Cooperativa “Turba – Agroecología” tiene una historia frecuente en la conducta asociativa: sus miembros fueron compañeros de un postgrado, desde donde imaginaron actividades y soñaron con un futuro cooperativo que ya es realidad.

Stand Cooperativa Turba Agroecología

Nicolás Paz - miembro de la Cooperativa Turba Agroecología

“Es una Cooperativa de Trabajo que se formalizó en el 2021, pero venimos trabajando desde 2018. Somos un grupo de compañeros que se conoció cursando un postgrado de agroecología, una especialización agroecológica en la Universidad de la Matanza que se generó en el año 2017 y empezamos a armar el grupo como un espacio de acompañamiento y asesoramiento a productores agropecuarios

Se fueron sumando algunos compañeros que también tienen campo y se dedican a la ganadería; entonces empezamos a acompañar también ese proceso y a medida que íbamos creciendo o que íbamos hablando cada vez más con los productores que asesorábamos, veíamos que la problemática era el agregado de valor.

Se necesitaba el reconocimiento de los productos agroecológicos del campo, porque el mercado convencional o tradicional es muy fuerte y no reconoce el valor que tiene mirar distinto el campo; una perspectiva distinta con una mirada del cuidado del suelo, en cuanto a las cuestiones ambientales y con todas las cuestiones sociales que atraviesan a un grupo humano que trabaja un campo.”

La actividad comienza con una planta artesanal

“Así es que pensamos en montar una planta de procesamiento de cereales; hay cultivos que veníamos acompañando como el trigo y el centeno y juntamos nuestro esfuerzo para montar un molino de escala artesanal, pero grande para la tipología 400 kilos/horas y empezamos a generar harina de trigo en dos presentaciones. Una que la llamamos “normal”, la otra es “fina” y también harina de centeno.

Tenemos presentaciones para grandes consumidores en bolsa de 20 kilos y en bolsas individuales de 1kg, donde tratamos de abastecer en forma directa a los consumidores y consumidoras; pequeños locales como dietéticas, almacenes, grupos de consumo de alimentación consciente, y en toda la movida de productos orgánicos.”

El anhelado agregado de valor

“Somos once asociados que hemos trasladado la actividad de una sala muy pequeña de molienda, recientemente, en diciembre, a una sala mucho más grande y ya estamos acondicionando todo para poder aumentar el nivel productivo e incluso pensar las estrategias de agregado de valor, no solamente la molienda.

Salimos con los panificados y estamos pensando en las pastas agroecológicas -que son de difícil acceso para los consumidores-, ya que tenemos el lugar y esto nos permitirá aumentar el número de trabajadores y trabajadoras, que por otra parte se integrarían al grupo.”

El trabajo a distancia es una característica del momento

“La molienda está ubicada en un barrio de Pergamino y los miembros de la cooperativa somos de distintas ciudades. La mitad son de Pergamino, muchos residen ahí; otros residen en Buenos Aires, somos dos en Rosario y otro en Mar del Plata.

Hacemos mucho trabajo a distancia. Algo que desarrollamos en la pandemia y articulamos de este modo con el grupo operativo de la molienda. En tanto, el cultivo lo hacemos en el periurbano de Pergamino, porque hay una zona de restricción muy grande entre campos ya que no queremos tener un chal agroquímico por encima de nosotros, que es propio del tratamiento habitual en los cultivos tradicionales.”

La escala: un arma de dos filos

“Para más escala, el tema es la articulación para lograr contar con más producción contando con otros pequeños productores y hacer una sinergia con producciones que se complementen con la nuestra o en el mismo rubro.

También el tema de la comercialización de grandes volúmenes nos preocupa ya que es un arma de doble filo, y estamos empezando a articular con las cooperativas que comercializan alimentos cooperativos.

Necesitamos aprovechar estos espacios también para conectarnos con más gente que pueden ayudar a hacer una sinergia en la concientización; hay productores o cooperativas qué están haciendo otro tipo de producción que se complementa con la nuestra; pero, así sea del mismo rubro, también podemos armar un grupo común; porque priorizamos hacer Grupos de Conexión.”

El desafío de ganar la batalla cultural

“En cuanto al asociativismo, hay un prejuicio general hacia el movimiento y tengo que decir que yo lo he tenido también y he sido prejuicioso; lo que predomina realmente en el mercado, en las universidades y en la sociedad en general, es que no se aprecia, no se pone en valor el trabajo cooperativo; pero cuando estás adentro es un impacto, y uno descubre un mundo nuevo, entonces es otra historia, es otra lógica, la vinculación es distinta, incluso dentro de un mismo grupo ya se empieza a pensar distinto.

En el sistema educativo principalmente todo está estructurado pensando en la ley del más fuerte y que ese es el que sobrevive, con una deformación de lo que enseñan los grandes pensadores e investigadores de los últimos 300 años y en realidad en la naturaleza -que es lo que aprendemos en la agroecología- prácticamente todo es un proceso de simbiosis y mutualismo y así son todos los procesos naturales.

Entonces cuando la gente empieza a participar en la agroecología y analizarla en términos de empresa; en términos de medios de producción de trabajo, se advierte que todo eso se encuentra bien reflejado en una cooperativa; pero me costó mucho romper esas barreras y ahora siempre explico hacia afuera, a los que no conocen este sistema en profundidad, que siguen teniendo una mirada “de que una cooperativa no es para progresar”. Y esto es una lucha cultural.”

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