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COOPERATIVA DE SALTA: HISTORIA DE MANUAL

Un grupo de personas que tenían un fuerte trabajo vecinal y comunitario siempre estábamos ayudando ayudándonos entre los vecinos. Ese fue el origen de esta cooperativa.

No es raro que, de los peores momentos, surjan las mejores ideas. Si se llegó hasta el fondo, ahora solo queda salir para arriba. Y esto es lo que pasó con esta cooperativa. Un ejemplo a seguir.

La Compañera - Maestro pastelero -

Carlos Suárez - presidente de Cooperativa “La Compañera” de Salta

“Una de las cosas que más nos había unido fue un asentamiento en la provincia de Salta donde nos encontramos muchos vecinos solidarios. Dábamos una mano donde hacía falta y después seguimos haciendo clases de apoyo escolar.

Cuando nos fuimos conociendo nos damos cuenta que varios teníamos algún emprendimiento que tenía que ver con la harina y  yo que soy un maestro panadero les propuse que nos juntemos con los conocimientos de todo esto y hagamos la panadería.”

La formalización en cooperativa

“Puse mi casa como espacio de trabajo y  cada uno fue trayendo sus conocimientos como herramienta y llega la pandemia. Aquí empezamos a escuchar el tema del cooperativismo, y se da el caso que aparece una nueva Resolución donde se podían generar cooperativas de seis personas y éramos seis justito. Lo vimos que era para nosotros.

Se abre esta posibilidad de hacer las cooperativas de seis personas, en ese momento decidimos formalizar porque ya habíamos hecho algunos catering para algunas instituciones y no  podíamos facturar.

Había que formalizar de alguna manera y nos parecía la mejor forma, porque así habíamos nacido: compartiendo la ganancia; compartiendo el trabajo; poniendo las herramientas y los conocimientos para generar la empresa y el cooperativismo era la forma correcta para formalizar”.

 La panadería andaba bien

“Conocimos también a un Grupo Social de Trabajadores Autogestionados que nos orientó mucho y nos formalizamos como cooperativa; la panadería empezaba andar bien, estábamos contentos con todo eso; pero en ese momento se nos quema el horno, no tuvimos forma de recuperarlo ¡y es lo más importante en una panadería!”

Llegó la segunda etapa

“¿Qué podíamos hacer?  Vamos a la casa y luego así charlando un poco, dijimos que había que hacer pastas, y dentro de las pastas, pensamos en hacer tapas para empanadas ya que habían surgido muchas personas que hacían empanadas y las vendían en las barriadas.

Con la pandemia las posibilidades de perder el trabajo aumentaron mucho. Entonces vimos una posibilidad de hacer algo artesanal, que tenga un rostro, con humanidad, o sea un buen producto, para que la gente pueda hacer su emprendimiento y empezamos.

De repente nos encontramos con gente que compraba 10 paquetes de tapas de empanada y de repente alguien compraba 80, porque a la gente le estaba funcionando su negocio y de hecho también tuvimos que aumentar la producción.

Nuestro problema era como hacíamos una fórmula un poco más “industrial”, una fórmula de la receta para que la tapa de empanada pueda venderse más, se pueda refrigerar y que no pierda mucho su calidad. Entonces nos acercamos a una distribuidora muy grande, conocida en productos de panadería y recibimos una capacitación en cuanto a la formulación y obtuvimos una receta espectacular que se podía guardar. Ya teníamos un producto sin aditivos, industrializable”.

No hay dos sin tres

“Entonces dijimos “tenemos un buen producto; no hay una fábrica de tapas de empanadas y pascualinas; analizamos el mercado y sabemos que somos las mejores para el país y nos lanzamos a la tercera etapa; lo empezamos a trabajar y  estamos comercializando bastante bien.

Hoy somos un equipo de siete asociados, hubo gente que se fue porque los procesos son duros hasta que uno puede llegar a una buena calidad de vida con lo que estamos haciendo. En cuanto a lo económico estamos completamente seguros que la tranquilidad es tener este espacio de trabajo, que no se puede comparar con ninguna otra empresa  y eso es impagable; nos conocemos, nos bancamos nuestras cosas, respetamos los tiempos de cada uno y cada una tiene su mentalidad; estudiamos o no, tenemos hijos o hijas, es una empresa muy humana”.

Colofón

Y concluye diciendo el presidente de la Cooperativa “La Compañera”:
“Yo creo que el buen vivir que nos da el cooperativismo es el compartir, ser equitativo; respetuosos y esto realmente es encontrar un espacio colectivo de realización de proyectos  y también de realización personal. Es lógico que soñemos a lo mejor con poder  cambiar el autito, pero todo eso sabemos que llegará”.

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